martes, 17 de julio de 2007

Noches de alucinaciones





Un ruido sordo, incesante, trascendente

Son noches en las que dejo volar mi cuerpo,
mis manos, mis labios,
mi sexo.



Noches que no tienen hora ni medida



La luz no es luz



Yo no soy



Alguien grita abajo de mi balcón



Es él



Ha venido a buscarme, meses, años más tarde.



Ha llegado tarde a nuestra cita, no llego a aquel café en el que habíamos quedado.



Olvidó todo y cuanto pudo, en su sabiduría de hombre extraño el olvido era una ciencia, la más exacta de todas.



Pero hoy ha mostrado su carne de hombre infinito



No la he querido tocar, por miedo a perderme en sus cicatrices



No menciona el por qué de su larga ausencia, aun menos el por qué de su regreso



Me quiso perder



Lo logró.



Conoce a caso mi debilidad



Sabía acaso que si regresaba una noche de alucinaciones,



Yo le abriría la puerta.



Escaparía con él.



Abandono mi templo



Ni siquiera me doy tiempo para ordenar, para guardar



Sus entrañas tiran



arrastran



condenan



ciegan



Mi sangre le sigue, como un perro amaestrado



No recuerdo si quiera el daño o las heridas



Nada me puede importar si él está abajo y me quiere con él



aunque sea una noche



Dormiremos dos noches juntos



La tercera él ya no estará



Lo sé



No quiero perderme si no es con su aliento en una copa de cristal



No quiero dormir si no es con sus manos entre mi piel



Hoy quiero arriesgarme



Lanzarme al abismo de su voz



Me dicen que no le siga, que sus alas no saben quedarse en tierra mucho tiempo



No quiero escucharlos



Quiero que sus manos me condenen



Mi cuello es blando, no tardarás en matarme



Pongo mis manos en la lumbre



El amor crucifica



Y bajo sus alas esconde una espada



¡Crucificáme!



¡Quemáme!



Pero no me niegues tu cuerpo



No guardes esa hierba



Busca fuego



que ésta noche, juntos fumaremos



Y cuando la cordura al fin se consuma



No lo pienses



Miráme



Házme el amor en una noche de invierno



Después,



después olvidáme si quieres



No voy a suplicarte



Tengo que irme



Bueno, entonces adiós



Te buscaré, llamaré, escribiré



Vale... ¿pero casi mejor si no te vas, no?



Sabes que no puedo quedarme para siempre...



... Aún queda vino, ¿qué dices si te invito una copa?



Una copa lo mantuvo una noche más en la cama



Pero el vino se acabó....



Él se marchó



La noche terminó con cenizas y sin cenicero



Dos copas vacías



Yo cogí mis cosas y me fui a caminar por un domingo de madrugada



Noches de alucinaciones
(Texto que data de agosto 2006, publicado por primera vez en mi antiguo blog)

1 comentario:

**Rulo** dijo...

Volví a tu morada, despues de mucho andar, y de recorrer esos caminos que se bifurcaban y hacian que me perdiera cada vez mas en el laberinto, hasta que finalmente hallé otra vez la puerta de tu morada.
Espié por la ventana. La chimenea estaba apagada, las velas derretidas en los candelabros, la mesa desordenada y con la última botella de vino tinto que compratimos, el cenicero rebasaba de cenizas descuidado, y fue entonces cuando ví la nota caída en el piso que mostraba tu nueva dirección...

Pués aqui estoy angel de mi soledad, no sé si aún recuerdas esa noche en la que te abri la puerta de mi hogar y juntos tuvimos una velada y una cena magnífica...

Espero que sí me tengas presente, y sabes como llegar, yo no me he mudado...

Trae tu la cena esta vez, mi morada nos acogerá a los dos hasta la madrugada, o hasta que llegue el día si es que quieres que veamos amanecer.