
Un ruido sordo, incesante, trascendente
Son noches en las que dejo volar mi cuerpo,
mis manos, mis labios,
mi sexo.
Noches que no tienen hora ni medida
La luz no es luz
Yo no soy
Alguien grita abajo de mi balcón
Es él
Ha venido a buscarme, meses, años más tarde.
Ha llegado tarde a nuestra cita, no llego a aquel café en el que habíamos quedado.
Olvidó todo y cuanto pudo, en su sabiduría de hombre extraño el olvido era una ciencia, la más exacta de todas.
Pero hoy ha mostrado su carne de hombre infinito
No la he querido tocar, por miedo a perderme en sus cicatrices
No menciona el por qué de su larga ausencia, aun menos el por qué de su regreso
Me quiso perder
Lo logró.
Conoce a caso mi debilidad
Sabía acaso que si regresaba una noche de alucinaciones,
Yo le abriría la puerta.
Escaparía con él.
Abandono mi templo
Ni siquiera me doy tiempo para ordenar, para guardar
Sus entrañas tiran
arrastran
condenan
ciegan
Mi sangre le sigue, como un perro amaestrado
No recuerdo si quiera el daño o las heridas
Nada me puede importar si él está abajo y me quiere con él
aunque sea una noche
Dormiremos dos noches juntos
La tercera él ya no estará
Lo sé
No quiero perderme si no es con su aliento en una copa de cristal
No quiero dormir si no es con sus manos entre mi piel
Hoy quiero arriesgarme
Lanzarme al abismo de su voz
Me dicen que no le siga, que sus alas no saben quedarse en tierra mucho tiempo
No quiero escucharlos
Quiero que sus manos me condenen
Mi cuello es blando, no tardarás en matarme
Pongo mis manos en la lumbre
El amor crucifica
Y bajo sus alas esconde una espada
¡Crucificáme!
¡Quemáme!
Pero no me niegues tu cuerpo
No guardes esa hierba
Busca fuego
que ésta noche, juntos fumaremos
Y cuando la cordura al fin se consuma
No lo pienses
Miráme
Házme el amor en una noche de invierno
Después,
después olvidáme si quieres
No voy a suplicarte
Tengo que irme
Bueno, entonces adiós
Te buscaré, llamaré, escribiré
Vale... ¿pero casi mejor si no te vas, no?
Sabes que no puedo quedarme para siempre...
... Aún queda vino, ¿qué dices si te invito una copa?
Una copa lo mantuvo una noche más en la cama
Pero el vino se acabó....
Él se marchó
La noche terminó con cenizas y sin cenicero
Dos copas vacías
Yo cogí mis cosas y me fui a caminar por un domingo de madrugada
Noches de alucinaciones
(Texto que data de agosto 2006, publicado por primera vez en mi antiguo blog)
1 comentario:
Volví a tu morada, despues de mucho andar, y de recorrer esos caminos que se bifurcaban y hacian que me perdiera cada vez mas en el laberinto, hasta que finalmente hallé otra vez la puerta de tu morada.
Espié por la ventana. La chimenea estaba apagada, las velas derretidas en los candelabros, la mesa desordenada y con la última botella de vino tinto que compratimos, el cenicero rebasaba de cenizas descuidado, y fue entonces cuando ví la nota caída en el piso que mostraba tu nueva dirección...
Pués aqui estoy angel de mi soledad, no sé si aún recuerdas esa noche en la que te abri la puerta de mi hogar y juntos tuvimos una velada y una cena magnífica...
Espero que sí me tengas presente, y sabes como llegar, yo no me he mudado...
Trae tu la cena esta vez, mi morada nos acogerá a los dos hasta la madrugada, o hasta que llegue el día si es que quieres que veamos amanecer.
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