lunes, 21 de abril de 2008

NN


" - ¿Lo creerás, Ariadna?- dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió- "

La casa de Asterión, Jorge Luis Borges.



Supe que ya no volvería, que estaba dicho de una vez y para siempre. Los símbolos perdían color y yo ya no sabría volver a pintar.

Tenía los ojos al borde de un río, esperaba la llegada de la corriente.

Las manos perdían claridad y se perdían entre las tejas secas.

Las hojas no paraban de caer, y las veía surcar el aire, perderse, pisarlas.

Le dolían las hojas.

No había agua para sanar sus heridas, volverían otros colores a asaltarla en mitad de la noche.

Supo ya no volvería.

Ya no recordaba el camino, lo había olvidado al andar.

La silla vacía en el medio del salón. Nadie preguntó.

Quizás ya todos la había olvidado, quizás nunca la recordaron.

El dolor no venía impreso, nadie lo vio, pero ella supo estaba ahí.

Lo abrazó, venía de un largo viaje hasta su isla. Su pobre barquita naufragó.

El dolor... nadie me explicó que dolería.

Nunca supe cómo llegué aquí. Me lo he preguntado una y otra vez, vuelto a vivir los momentos, tratar de calzar los tiempos, los fragmentos. Todo ha sido vano.

Y ahora me veo, una imagen que oscuramente trata de acordarse de mi.

Vueltas y vueltas. Quiero olvidarme de todo y que todo me olvide.

Me duele... y nadie me explicó.

Todo se rompió y ya nunca más los cristales calzaron.

Olvidé el diálogo -sospecho alguien lo borró-

Nadie aplaudió, es que nadie vio.

Nadie supo donde estoy. Yo tampoco lo supe, y ya nadie me lloró.


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