miércoles, 2 de abril de 2008

Otra versión de "Esa noche"


Otra versión de "Esa noche".





"Llego sin explicaciones,
Sólo el verano como coartada, y un trago como alevosía
En tus ojos percibo incertidumbre,
No entienden que solo acogido en tu pecho encuentro mi canción.


Tus labios quemando mi piel,
Tu respiración evapora con su vapor mis pensamientos
Y mi sangre furiosa busca escaparse de mis venas.


Ímpetu, y un dulce placer contenido.


Poco a poco te he hecho culpable de este suave pecado que el vino ha conminado.
Entre tus piernas tu calor se mezcla con mi fuerza.


No pretendo mundos paralelos, hay tantas copas rotas tras de mí…
…Y ahora que te tengo a ti, esta noche es la canción de un serafín.
Cada caricia una esquirla de lo que pudo ser.


Te encuentro en algún punto distante. Tras las palabras, las miradas y las manos inquietas. Allí, tú espera impaciente, tan lejos de las fútiles explicaciones de una razón difuminada que huye de tus labios. Mi beso, sólo un poco de las formas de no entender y dejar ser.


Y yo sin respuestas, sólo mi cuerpo, sólo yo apretando tu cintura contra la mía


Y el espacio entre nosotros se me hace eterno, inabarcable. Como una carretera circular de excusas, de versos incompletos, de abrazos que no fueron. Esta noche, sólo por esta noche, eso parece ir desapareciendo por la calma.


La noche hablo.
El pensamiento ceso.
Era la cercanía de los cuerpos.


Empezó esa delicada tradición. Esa magia pura del descubrimiento. Esa búsqueda incesante por los delicados rincones susurrantes de tu cuerpo. De la infinidad de tus detalles, la delicadeza de tu cuerpo único.


Ímpetu, y la proximidad de nuestros latidos.


Y respiro tu perfume. Me alimento de tus suspiros. Bebo el placer culposo de tu cuerpo.


Y conviniste con un beso. El pacto de sentir por el otro, en un mundo propio aunque averiado.


Y se dejó llevar tu cabello. Así también nuestros sentidos. Y nos escuchó la noche, que se hizo eterna en mi memoria.


Las sábanas vírgenes esperan nuestro color.


Mi cuerpo abandonado. Mi conciencia subsumida en letargo. Mi latido, punzante.
Parte de mi se queda contigo, y tu perfume, impregnado en mi memoria como un detalle sublime.


Y entre amor y sueño, o entre sueño y ternura, un dulce desmayo da paso a la paz.


Al despertar todo es distinto.
En tus labios se dibujan las palabras de tu partida.
En la ventana, la pena vuela.


Son los ojos los únicos sinceros, que retienen el sabor de esa noche.


Y ahora que me tomo un café, rememoro, y luego…


…percibo que no hizo falta más,
sólo, quizás, un poema para recordar. "


Felipe Valdivia

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